Las preguntas que dejó las PASO

 El filósofo surcoreano, Byung Chul Han, en su último libro: La Sociedad Paliativa, plantea que se necesita una vuelta a las políticas agonistas, dice que son ellas las que llevan a profundos cambios. En la actualidad la política se volvió paliativa, plantea Han y sólo se buscan acuerdos y consensos y ahí es donde la política pierde toda vitalidad y el centro se hace más grande.

Es por eso que las líneas entre centro derecha y centro izquierda, se hacen más transparentes. Y es probable que por eso que el oficialismo llevó a un radical tibio al frente de su lista en CABA, con spot de campaña más parecido a los de los coaching motivacionales que verdaderas propuestas, un candidato amable y con un lenguaje amigable. Y también, el dato que no podemos olvidar, es que en las mayorías de las provincias el kirchnerismo  no fue a internas, presentó listas únicas, que con los números en manos no fue una buena decisión; y esa la fotografía del sectarismo que está atravesando el oficialismo, evitando el debate, sin poder escuchar ni entender las demandas sociales.

¿Voto bronca o voto desesperanzado? Cuando empezaron a conocerse los primeros números, los analistas y encuestadores (que son y siguen siendo hace varios años, los grandes perdedores) trataron de explicar los resultados de las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias). Y rápidamente desempolvaron el viejo discurso del “voto castigo”, cosa que a primera vista parece razonable, si tenemos en cuenta los números del gobierno de hace dos años atrás.  Pero hay otros datos que deberían, por lo menos, llamarnos la atención. Como la llamativa cantidad de votos en blanco, que en Mendoza por ejemplo casi llegó al 10 por ciento.

Parte de esa desesperanza, se ve traducida en los en los 15 puntos que obtuvo Facundo Manes, con un discurso salido de un libro de autoayuda, cargado de un misticismo casi religioso. En este punto se podría retomar la definición de Han, sobre la política paliativa, más interesada en una positividad discursiva que en problemas reales. Porque Manes recorrió la provincia de Buenos Aires, dando besos y abrazos, como si repartiera bendiciones, en lugar de propuestas. Y esos puntos, en parte podrían deberse a la desesperanza política que atraviesa gran parte de la sociedad y la búsqueda de un alivio rápido, sencillo, cargado de semántica vacía.

“Escuchamos y vamos a corregir lo que se haya hecho mal”, dijo el presidente Alberto Fernandez apenas se conocieron los resultados ¿ Qué escuchó? ¿ Qué se hizo mal? No dio muchas precisiones de lo que se hizo mal. 

Por otro lado, está el fenómeno de Javier Milei, que se ubicó como tercera fuerza en la Capital Federal. Podríamos tomarlo como un simple desvarío de porteños. Sin embargo, el avance de políticos de derecha es algo que se viene dando en todas partes del mundo y nuestro continente no es la excepción, pasa con Bolsonaro y pasó con Trump. 

Está nueva derecha entendió que la lucha es, principalmente, cultural. Por eso ocuparon las plazas y las calles, además, de la fuerte presencia en las redes sociales. Un sector juvenil se sintió identificado con estás ideas liberales. Esos mismos jóvenes, que se sentían identificados con la izquierda se fueron alejando paulatinamente.

Parte de este avance de una derecha cultural, se debe a que ellos suelen estudiar las teorías que denominan despectivamente “comunistas”. Cualquier cosa que se parezca a un estado presente e interventor, rápidamente es tildado de comunista y rechazado por esta nueva juventud liberal, que todavía no sabemos bien cómo seguirán a nivel nacional, sin un aparato político presente en todos el país. 

Esto no quiere decir que la izquierda haya perdido fuerza, en Jujuy quedó en tercer lugar, con el 23 por ciento. Y también hicieron buenas primarias en Ciudad de Buenos Aires donde sacaron un 6 por ciento. Y 5 en la Provincia de Buenos Aires.

Sin embargo, el error que últimamente andan teniendo las izquierdas progresistas, es su superioridad moral en los discursos públicos. El progresismo, mira de reojo a esta juventud libreral de derecha, los tildan de fachos y rápidamente los descarta como dementes.

Victor Ramos, cuenta en su libro Hombres de Acero la historia de Raymond Wilmart, un joven de 22 años, el enviado de Carl Marx, para organizar la Asociación Internacional Comunista en la Argentina. El joven Raymond lo intentó por años, hasta que cansado y exhausto le dice a Marx : “Acá no se puede hacer la revolución”. Se casó con Carlota Correa Caceres, miembro de una de las familias más ricas de Córdoba. Y así pasó sus días Raymond: siendo miembro de la aristocracia Argentina. 

Wilmart no se interesó por comprender nuestra historia, como país. Y la herencia de Wilmart está bastante presente. La izquierda sigue naufragando en teorías marxistas de matriz imperialistas, sin tener en cuenta las demandas y los intereses y sobre todo las particularidades de un país semicolonial, como el nuestro.

La única forma de evitar los Mileis, los Macris, los Espert, Los Manes, es escuchándolos, no a ellos, pero sí a los jóvenes que alzan sus banderas. Como bien que ya lo expresó Nietzsche, cuando decía que la “diferencia entre los buenos y los malos, es que los buenos siempre somos nosotros”.

No pueden ser sólo jóvenes fachos, algo más debe haber. Por eso, el gran desafío del progresismo es entender que quieren estos jóvenes. Como bien lo dijo Abelardo Ramos:  “El nuevo capítulo está por escribirse. Cuando se escriba dirá, sin duda, que en un país que aún no se ha librado del imperialismo no puede haber otro nacionalismo que no sea popular ni otra izquierda que no se defina como nacional.”

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